APOYO A VICTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO

“una vez escapes de tu jaula, abre las alas y no dejes de volar” (Anónimo)

Julio Celada

4/18/20244 min read

“Mientras el mundo lucha contra el COVID-19, la pandemia de violencia de género y el feminicidio afectan dramáticamente a las mujeres” (Simonovic, D. ONU-2021) y configura un problema social agravado que demanda un afrontamiento urgente e integral. En cuanto a su repercusión en el área de salud mental, en algunos países las víctimas de esta pandemia sufren 4 veces más depresión y 8 veces más intentos de suicidio en comparación con la población general (Cutipé, Y. 2021)

Costumbres y experiencias de sufrimiento Con frecuencia, las víctimas interiorizan sentimientos de vergüenza y culpa, ahondadas culturalmente, por no conseguir que funcione la relación, por la obligación de seguir con él por los hijos, y por el refuerzo que hace el agresor en los periodos de “luna de miel”, que llevan a muchas a la confusión y no reconocer la situación que están viviendo. La dependencia, el vínculo afectivo y el temor al futuro, engrosan los sentimientos de impotencia, sometimiento e indefensión. Es más, estos sentimientos se agravan cuando deciden buscar ayuda; ya que son maltratadas en los sistemas de acogida y trato, al minimizar los hechos, restringir la atención y dar sentencias injustas, entre otros, configurando una victimización secundaria con gran perjuicio añadido a las víctimas (Castejón, MA. 2021; Calle, S. 2004)

Abordajes en recuperación y empoderamiento Además de la recuperación clínica y la necesidad de múltiples apoyos sociales, el reto es la desaparición de la relación de violencia, una oportuna ayuda del sistema y la reconstrucción de sus vidas, con libertad, independencia y calidad (Roca, N.; Masip, J. 2011) Así, comprendiendo las causas del maltrato y las desigualdades, puedan generar relaciones igualitarias (Rapaport, J. 2007). En este sentido, ayudarán al logro de los objetivos, el trabajo protagónico que ellas hagan, las leyes claras, la cooperación de gobiernos e instituciones (Instituto de la Mujer, 2018); así como el involucramiento activo del varón, para superar los patrones tóxicos de interacción (APA, 2020) y liberarse de las ataduras del patriarcado.

Valiosa contribución de quienes están alcanzando sus retos. Acorde con los enfoques que da protagonismo a los usuarios de servicios de salud mental, en los programas con enfoque de comunidad, resulta útil la contribución de las mujeres recuperadas, empoderadas y con experiencia de vida, que por estar más avanzadas en su camino, a las que llamaremos “Pares”, ayudan a otras que aún están sufriendo en silencio o se hallan estancadas en etapas iniciales. Estas mujeres, aprendieron a transformar el sufrimiento y la resignación en esperanza, fortaleza y capacidad de acción. Se identifican con otras que viven situaciones que ellas ya vivieron, son solidarias, eficaces guías y modelo de conductas saludables; además de promotoras de los valores de dignidad, igualdad y justicia. Este valioso contingente de “Pares”, también pueden integrarse en los variados equipos de intervención y prevención, y ayudar expandir el programa en los centros de salud, de acogida y en donde la necesidad apremia.

Algunas experiencias de cambio. Mujeres que recibieron ayuda en centros de salud mental y además habían sido víctimas de violencia de género (Celada, J; Dalton, I. 2020), se entrenaron en habilidades sociales, técnicas de grupo y liderazgo para facilitar grupos de apoyo. Luego, en colaboración con agencias que trabajan por los derechos de la mujer (Torres, J, Isaías, V. 2020), se organizaron grupos de apoyo proactivos asentados en la comunidad (escuelas, bibliotecas, iglesias, centros comunitarios y hospitales), atrajeron a otras mujeres en situación de violencia y las involucraron en acciones a favor del cambio. Estos grupos son asesorados por profesionales y están conectados a otros servicios de la comunidad para hacer las derivaciones oportunas. La mayoría de ellas estaban afectadas emocionalmente y debido al miedo o estigma, evitaban buscar ayuda, denunciar al agresor o volver a los centros de acogida y clínicas. Sin embargo, al compartir con mujeres que están saliendo adelante, fueron menos resistentes, se sintieron en confianza y pudieron visualizar un futuro esperanzador. Allí, comprendiendo las causas de sus problemas y sus posibilidades, siguen trabajando las habilidades sociales, abogan por sus causas y empiezan a practicar las relaciones de igualdad.

Exaltación de valores y homenajes El miedo y la rabia acumulados, también pueden favorecer en algún momento el despertar del letargo y la entrada en acción, si ellas cuentan con apoyos que las ayuden a cuestionar su realidad. Sus acciones serían más frecuentes, precavidas y liberadoras, si contaran con familias y comunidades defensoras de sus derechos. Igualmente, si en vez de silencio o solo condolencias ante las agresiones, ellas recibieran auxilio oportuno, trato digno y exaltación al valor de romper el silencio, continuarían empoderándose y dando pasos en favor de su liberación. Las personas que afrontan adversidades, suelen sacar lo mejor de sí cuando reciben apoyos solidarios, exaltación al valor y reconocimiento a sus logros (Twigg, J. 2007)

Por ello, celebraciones como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, en homenaje a su lucha para vivir en un espacio igualitario y sin violencia, deben multiplicarse. Igualmente, las iniciativas emprendedoras que permitan reconocer su capacidad de independencia y de poder romper el círculo de dependencia y violencia de su pareja, serán útiles en su camino, a la vez de dar un mensaje de esperanza a miles de mujeres aun sometidas, de que el cambio es posible.

Algunos retos

1. Facilitar el acceso al rol de Par a las mujeres que fueron víctimas de violencia de género, para que puedan ayudar a otras.

2. Entrenar a Pares en técnicas de liderazgo, empatía, acompañamiento y de grupos de apoyo, para que puedan ayudar en la atención, recuperación y prevención de malestares añadidos, a mujeres víctimas de violencia de género.

3. Con la participación de instituciones y empresas cooperantes, promover la formación e inicio de redes de grupos de apoyo, facilitados por Pares, en los países y comunidades de alto riesgo.