ESQUIZOFRENIA, UNA EXPERIENCIA DE RECUPERACION

“La mía es una historia con buenas noticias. Buenas noticias porque en el pasado hubo demasiado pesimismo y malas noticias acerca de esta condición mental” (Escribe: Juan José)

Julio Celada

5/11/20243 min read

“Primero, quisiera dar una mirada rápida a la gravedad de mi enfermedad durante los primeros seis años. Después de terminar el 10° grado escolar, comencé a tener dificultad para prestar atención y concentrarme en la clase y en mis actividades favoritas. Pasé de ser alumno A, a uno que apenas pasaba rozando. Experimentaba sensaciones de incomodidad que me costaba entenderlas, comencé a tener unos zumbidos inacabables en los oídos, día y noche, que luego fueron reemplazados por voces de ángeles. Recuerdo vívidamente mi primer episodio psicótico: los cielos se abrieron justo arriba mío y Satanás estaba sentado al lado mío, riéndose de mí. Las caras de las personas estaban todas distorsionadas, Parecían simios. Estos monos también estaban hablando de mí, sin mover sus labios y riéndose de mí. Yo estaba en un estado de terror total. Más tarde sentí como una extraña oleada de poder entraba a mi cuerpo como un relámpago. Empecé a sentirme poderoso. Pensé que yo era el Mesías enviado para salvar al mundo. Pero estaba confundido sobre cómo hacerlo.

Para mi familia fue muy difícil verme como estaba y comunicarse conmigo ya que mis reacciones y lo que yo hablaba no tenían sentido. No podía seguir una conversación. No encontraban la forma de llegar a mí y como consecuencia de una crisis llegaron los paramédicos y la policía y termine en el hospital. Pasé por una variedad de medicamentos, siempre a muy altas dosis. Aunque redujeron la severidad de mis síntomas, estos me inmovilizaron con sus efectos colaterales. Yo era un "Zombie" caminante. Caminaba rígido. Me dicen que mi cara no tenía expresión alguna y que se me caía la saliva. ¿Acaso eso no asustaría a cualquiera?

Fui hospitalizado 10 veces más en un periodo de seis años. La vida estaba vacía. No había goce alguno ni me apetecía hacer algo. Me la pasaba en cama, era incapaz de tomar parte en cualquier actividad de la casa, no hacía mucho más que comer y dormir.

De todos los amigos que tenía en la escuela y en el barrio, no se supo nunca más. Tenía miedo que me dijeran loco o chalado. No sabía qué decirle a nadie sobre mi condición, ¿cómo explicar lo que me estaba sucediendo? Fuí perdiendo toda esperanza y quería terminarlo todo. Incluso, tuve varios intentos de suicidio. ¡Imagínense como estaría!

Mi recuperación no se inició hasta que me estabilizaron con un antipsicótico atípico más antidepresivos. Una vez que estuve estable y libre de síntomas positivos y negativos de la esquizofrenia, ya había recuperado suficiente discernimiento para seguir adelante con mi vida. También mi familia se había informado y educado como comprenderme y ayudarme. A medida que mi pensamiento y mi concentración mejoraban, y gracias al esfuerzo que yo hacía, pude volver a leer y mantener conversaciones razonables y coherentes. Comencé a trabajar duro conmigo mismo…

Mi primer paso había sido ser constante con mis hábitos básicos (horarios de comida, sueño, y tener actividades aunque me costara). Yo me obligaba salir a caminar, hablar con mi familia y salir con ellos, para superar el aislamiento y la apatía. Me ayudó mucho el compartir actividades con otros clientes en un centro de recuperación. Entendí que no solo era cuestión de tomar medicinas sino también de involucrarme progresivamente en variedad de actividades para volver a la vida normal. Luego, fue ponerme al día poco a poco con mis estudios ya que había perdido 6 años. Me apunte a pocas materias por semestre para no agobiarme. Recupere algunas amistades e hice nuevos amigos. Al ver a mucho batallando con lo suyo, en el Centro de Recuperación me enrole como voluntario en un programa llamado “Peer Support” para ayudar a gente como yo a recuperar la esperanza y trabajar su recuperación. No había intimidación, no había estigmatización y muchos compañeros de camino se beneficiaron. Después de un tiempo descubrí que mi vocación estaba en el campo de la salud y decidí seguir una carrera. Me realizaron extensas pruebas de aptitud y habilidades donde aprendí que mi interés se centraba en el campo de la Atención de la Salud. Era realmente difícil estudiar, y ocupaba horas estudiando. Las cosas no eran fáciles… Recuerdo haberles dicho a mis padres, cuando me preparaba para los exámenes, que nunca más iba a tomar otro curso. Pero pasar ese curso, y con honores además, fue muy gratificante y me dio más confianza en mis capacidades mentales.

En enero del año pasado empecé a trabajar en el “Equipo de Tratamiento Asertivo de la Comunidad” (Assertive Community Treatment Team (ACT) en calidad de Orientador para el Apoyo de Pares (Peer Support Counsellor). El compromiso es la primera fase crucial de la atención ACT, y muy importante para el resultado final. Como orientador, yo considero que este es uno de mis principales roles para facilitar el compromiso del cliente. Yo ya estuve allí. Yo sé lo que es tener esquizofrenia. Encuentro que el nivel de confort y confianza de los clientes es alta y están más dispuestos a conversar conmigo. Lo sorprendente es que aunque yo no les haya dicho nada acerca de mi enfermedad el cliente sabe que yo también soy uno de ellos.

Entonces mi recuperación y empleo constituyen un acto de equilibrio. Tengo que prestar atención a mi salud como a mis aspiraciones e ilusiones en la vida. Ah!! Les comparto que me gusta y relaja mucho la pintura, y me han llegado elogios por algunos cuadros míos. También, me doy cuenta que debo tomar mis medicamentos por tiempo indefinido para mantener el balance químico en mi cerebro, al igual que el diabético requiere insulina y debe recibirla el resto de su vida. Yo debo hacerme cargo de mi tratamiento, y esto es lo que les ayudo a entender a mis clientes… Sigo requiriendo 8- 9 horas de sueño, prevenir el estrés y mantener mi vida en balance. Puedo participar en cualquier actividad, sin embargo evito las drogas y el alcohol.

Finalmente, la envergadura de mi trabajo es estimulante. Ninguna situación, ningún cliente es igual al otro. Esto es de lo más alentador. Hay un aprendizaje continuo adquiriendo experiencia más que nada, por lo que hay espacio para el crecimiento personal. También quiero destacar el hecho que mi condición, mi recuperación y mi trabajo están muy ligados entre sí”