LA ESPERANZA DE UN MORADOR DE LA CALLE
“Ayudar a las personas desamparadas o sin hogar no es un tema de caridad, es un acto de justicia” (Nelson Mandela, Premio Nobel de la Paz).
Julio Celada
4/23/20244 min read


Goyo es un hombre de 50 años y vive en la calle. Desde hace un año, participa en un grupo de apoyo de la comunidad, usualmente está tranquilo y le gusta reflexionar sobre la vida junto a los miembros de su grupo. Hace algunos años, se vio obligado a dejar su trabajo y vivir en la calle al no poder pagar la renta debido a una condición médica que le generó complicaciones. Ahora, vive gracias a la solidaridad de la gente y al Medical de emergencia que le ayuda con la diálisis, un programa social del condado.
Como Goyo, cada vez más personas indigentes tienen como hogar unos cartones en la calle, un coche abandonado o debajo de un puente donde dormir, sin otra compañía que los ruidos de la ciudad y las alimañas que merodean. Toda su posesión cabe en una caja que cada día arrastran. Estas, son imágenes que repetidamente se ve en las calles de muchas ciudades del mundo y produce compasión y solidaridad en unos, pero indiferencia en otros. Representan pues el abandono y una nefasta muestra de desigualdad, segregación e injusticia social que se relaciona a un sistema que entrona al poder económico voraz, en detrimento de la condición humana. Al parecer, para el sistema neoliberal la persona solo es útil mientras posea la capacidad de trabajar.
La indigencia en Los Ángeles, una de las ciudades más pobladas de USA se ha incrementado significativamente en los últimos años, a pesar de la política del gobierno local que invierte en provisión de unidades de vivienda. Ellos, son los más pobres en el país más rico del mundo, entre otros, debido al aumento incesante de los alquileres de viviendas y el costo de vida que a muchos cada día arroja a las calles, así como al abuso de sustancias y problemas de salud mental.
Goyo, se define como un pensador y a su manera vive su experiencia de “homeless” en esa naturaleza inhóspita en que se ha convertido algunas áreas de la Ciudad de Los Ángeles, que, en vez de ciudad con humanos, cree ver una jungla de edificios de yerro y cemento. Para él, las personas que ve pasar, parecen solitarios seres que caminan de prisa, indiferentes y sin apenas mirar a su alrededor. Así pues, recrea su imaginación pensando como que viviera en medio de una naturaleza inhóspita, toda vez que él realmente duerme en el suelo debajo de un árbol y tiene por techo un cielo estrellado. Agrega, que le inspira más confianza alguna ave que sobrevuela cerca que los seres indiferentes que pasan de prisa por su lado.
Como buen autodidacta, Goyo suele llevar consigo una envejecida libreta de apuntes y un libro para leer y escribir como una forma de ocupar su tiempo. En este ambiente rebusca en su memoria momentos agradables de su vida e imaginariamente los multiplica gracias a su fantasía creativa para no hundirse moralmente. Rebuscando entre sus escritos nos comparte un párrafo que dice: “Los aullidos del lobo en la pradera talvez sean menos amenazantes que el abandono, indiferencia y el desprecio de la parte salvaje y destructiva de la gente en contra de los más grandes marginados étnica, económica y culturalmente”.
Como en un oasis de paz y tranquilidad, se siente reconfortado por la calidez humana de los integrantes del grupo que lo escucha y comprende cada semana. Por ello, Goyo se esfuerza por compartir sus mejores recuerdos, sus pensamientos positivos y momentos agradables que le sirve para sentirse bien y seguir sobreviviendo. El, se ha ganado el aprecio de los demás, así como se ha convertido en uno de los buenos animadores del grupo de apoyo de La Placita Olvera.
Por otro lado, Goyo también ha sido visto recostado a su árbol amigo, leyendo algún libro, adormilado, meditando y otras veces contemplando el panorama angelino. Dice que allí, debajo de su árbol se siente cómodo y puede desconectar de sus problemas. ¨Estar allí es como entrar a un túnel del tiempo para poder pensar y otras veces para no pensar, para no sufrir y poder pasar las horas más tranquilo¨, agrega. Allí y con los ojos cerrados, no solo reproduce escenas de su vida, también viaja en el tiempo y espacio y se imagina múltiples escenas deportivas, románticas e historietas sobre valores humanos, donde él es uno de los héroes. Así, gracias a la fantasía creativa puede hilvanar los recuerdos perdidos en el tiempo con deseos e ilusiones que talvez nunca se den, pero ya no le importa.
Los miembros del grupo, ahora son sus amigos, escuchan con atención sus relatos y lo validan emocionalmente, lo aprecian y respetan la decisión de vida que ha tomado y le animan a seguir adelante. Un grupo solidario, definitivamente ayuda a sentirse en confianza y a contrarrestar las tensiones que los problemas acarrean.
Los compañeros de Goyo que conocen sus ilusiones y sueños, están planeando ayudarle a poner en orden y en papel su producción creativa para que le aporte alivio emocional. También, para motivarle e involucrarlo en proyectos de tebeo a partir de la sistematización de sus escritos, ya que el grupo de teatro requiere de guion para sus actuaciones y talvez sus vecinos de la industria de Walt Disney o Hollywood, que están muy cerca, reparen en él y tomen interés en su producción creativa. Después de todo soñar no cuesta. Alguna famosa película escrita y protagonizada por moradores de la calle y con retos de salud mental, les sirve de precedente. En este sentido, Goyo y sus amigos aun no pierden las ilusiones del Sueño Americano.
Ahora, Los Ángeles está invirtiendo mucho dinero en viviendas para la próxima década a fin de disminuir la población de los sin techo. Igualmente, varios programas de salud mental y de los servicios sociales incluyendo los Grupos de Apoyo, desde sus respectivas ubicaciones estratégicas y sensibilidad cultural, sirven de puente para poder llegar y ayudar a personas con necesidades extremas.