SALUD MENTAL, INCLUSION Y PARTICIPACION DE LA COMUNIDAD

“Yo hago lo que tú no puedes, tú hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas” (Madre Teresa)

Julio Celada

1/30/20244 min read

woman looking at the floor
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En el marco de la “Agenda 2030 para el Desarrollo sostenible”, la Organización Mundial de Salud (OMS), declara que la salud mental es indispensable para la salud mundial. “La buena salud mental y el bienestar no pueden definirse por la ausencia de problemas de salud mental, sino por el entorno social, político, económico y físico que permiten una vida digna, disfrutar de sus derechos y aprovechar equitativamente sus posibilidades. Esto, requiere de la creación de entornos que valoren la conectividad social y el respeto, a través de relaciones no violentas y saludables, a nivel individual y social” (Art 88 Recomendaciones del Consejo de Derechos Humanos, ONU 2019)

Derecho a la salud mental No es solo una atención equitativa, sino también acciones que protejan a los grupos vulnerables del riesgo de una salud mental deficiente. Se debe actuar en los hogares, escuelas, trabajos y comunidades. También, promover buena calidad de vida de los niños, maternidad sin riesgos y adecuada educación. Los países deben apoyar esas actividades, para la recuperación de la salud, fortalecimiento de la comunidad y una sociedad saludable. Así mismo, se debe eliminar la toxicidad del entorno físico y psicosocial (Relator/Directiva 20). Sin embargo, los problemas derivados de la falta de recursos de muchos países incluso han empeorado en los últimos 40 años.

Participación de la comunidad Uno de los ejes de la promoción de la salud mental es la participación de la comunidad, especialmente de la más vulnerable, y ésta ha tomado un lugar central en algunas políticas públicas desde la declaración de “Alma Ata” (OMS 1978) Se definió como “proceso por el cual los individuos y sus familias asumen responsabilidades en cuanto a su salud y bienestar propios y los de la colectividad, y mejoran la capacidad de contribuir a su propio desarrollo. Conocen mejor su propia situación y encuentran incentivos para resolver los problemas comunes”. Alma Ata se centra en la atención en la comunidad y la “participación” es la estrategia central para lograr el acceso universal a la Atención Primaria de la Salud. Ante ello, la estrategia de los necesitados, para movilizarse, desarrollar sus posibilidades y presionar a los gobiernos en favor de la salud mental, tiene como estandarte su participación. Una comunidad que participa activamente de los procesos colectivos de salud-enfermedad-atención-cuidados es una comunidad más saludable (Bang, C. 2017)

Algunos factores sociales que afectan la salud mental Entre los factores de riesgo asociados a sufrir padecimientos mentales se encuentran, por ejemplo, la exposición a las adversidades en edades tempranas de la vida. Asimismo, en cada comunidad es posible detectar grupos en situación de vulnerabilidad que pueden correr un riesgo mayor de sufrir problemas de salud mental. Estos grupos están generalmente conformados por personas que no encuentran en sus pares y en la sociedad representaciones comunes o grupos de pertenencia y que muchas veces encuentran grandes barreras en el acceso a los sistemas de salud y vulneración de sus derechos. Entre estos grupos se suelen encontrar familias que viven en la pobreza, personas con problemas de salud crónicos, niños, niñas y adolescentes expuestos al maltrato o al abandono, adolescentes expuestos al abuso de sustancias, grupos minoritarios, poblaciones originarias, personas refugiadas y migrantes, personas de edad avanzada, personas sometidas a discriminaciones y violaciones de los derechos humanos, miembros de la comunidad LGTBY, personas privadas de su libertad, o personas expuestas a conflictos, desastres naturales u otras emergencias humanitarias (OMS, 2013). Los padecimientos mentales se asocian también a los cambios sociales rápidos, condiciones de trabajo estresantes, a la discriminación por género, a la exclusión social, a los modos de vida poco saludables, a riesgos de violencia y mala salud física y a las violaciones de los Derechos Humanos.

Participación, un factor protector de la salud mental La participación restituye los lazos de solidaridad social, diferenciándose de lo patologizante de vivir situaciones conflictivas de forma individual y pasiva. Según la OMS, la participación social se realizaría a través de la acción efectiva de la comunidad en el establecimiento de prioridades, toma de decisiones e implementación de estrategias para el logro de una mejor salud. Asumir un enfoque comunitario en salud mental, supone considerar que las acciones participativas constituyen un recurso fundamental para la solución de los problemas de salud mental y para el apoyo psicosocial de la comunidad. Así, la comunidad pasa a ser parte activa en el diseño de las políticas públicas de salud a través del trabajo en conjunto con los gobiernos locales. ¿Para qué participar? (IASC, 2007)

· Para el ejercicio de la ciudadanía, la democratización y el empoderamiento.

· Para una mejor planificación y mayor aceptación de las propuestas. Decisiones solo de nivel central, suelen ignorar los intereses y necesidades de la comunidad.

· La participación es genuina cuando la comunidad participa de la toma de decisiones, incrementando el acceso al poder decisorio de los y las ciudadanas.

Una experiencia para compartir En Los Ángeles, USA, ciudad del primer mundo, viven cientos de miles de personas en condiciones de exclusión social junto a un pequeño segmento “inmensamente rico” de la población. Allí, con el apoyo del condado y del departamento de salud mental, los clientes hispanos de servicios de salud mental, sus familiares y las personas en riesgo participan y se empoderan en los grupos de apoyo facilitados por Pares y en el vigoroso programa de promotores de salud mental. Desde esta plataforma, con la experiencia adquirida, fortalecidos e imbuidos de solidaridad y compromiso social, “los expertos por experiencia” están trabajando en favor de las comunidades vulnerables. Ellos, con el apoyo logístico del condado y la colaboración de organizaciones de la comunidad, promueven acciones psicoeducativas, actividades culturales y otros, que ayudan a romper el estigma de la enfermedad mental, recuperar la dignidad, afianzar la recuperación y el regreso a la vida cotidiana. Igualmente, realizan acciones de envergadura social como la construcción de redes solidarias de apoyo (vital en tiempo de pandemia del COVID-19), abogacía en favor de los grupos más vulnerables, ejercicio de la ciudadanía y el empoderamiento de la comunidad.